Para pintar este dibujo traté de
encontrar algún lugar tranquilo en la concurrida plaza de Santa
Margarita en Venecia. Al cabo de poco tiempo se acercó una niña y se quedó a mi
lado mirando atentamente como dibujaba. «¡Que bello!» dijo la niña
entusiasmada. Después empezaron a acercarse sus amigos mientras se sucedían sus
comentarios y preguntas «mi piace moltissimo», «come ti chiami?»,
«Sei un artista!»… Estuve durante buena parte del proceso rodeada de los niños que
sólo cuando estaba acabando fueron regresando a sus juegos, excepto una de las
niñas, Cati, que se quedó hasta que terminé el dibujo. ¡Fue una linda
experiencia!
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